miércoles, 25 de septiembre de 2013
viernes, 20 de septiembre de 2013
jueves, 15 de agosto de 2013
Los truenes
Yo me esfuerzo, soy muy responsable, cuido mi granjita,
felicito a todos mis amigos gracias al recordatorio de cumpleaños que te envía
la red social; comento los estados graciosos y los que no lo son tanto; para que
sepan que estoy al pendiente. Habitualmente posteo una canción o un corto de
película en el muro de alguien para que sepa que no lo olvido. Si no fuera por
Facebook, no sabría las cosas que viven mis ex-compañeros de la primaria, aún
cuando en realidad no me interesa saberlo. El punto es
que trabajo duro por ser el mejor “amigo virtual” que alguien pueda tener.
Por esta razón, el día en que noté mi lista de amigos más
escueta que de costumbre, me alarmé muchísimo. Corrí a la cocina a buscar
galletas de animalitos y atenté contra mi vida hasta que razoné y me di cuenta
que era un chiste y por fin lo había entendido. Después de un Dalay y un té de
manzanilla me dispuse a averiguar qué era lo que pasaba; las preguntas me rondaban la cabeza como un lobo ronda a su presa;
¿Por qué mi perfil se
volvía menos popular con el paso del tiempo?
¿Fue por etiquetar a mis amigos en la imagen de “dedícame
una canción”?
¿Qué hice mal?
¿Qué hice mal?
Traté de tranquilizarme pensando que era una falla del
sistema, pero después noté que era algo aún peor: MIS AMIGOS BORRABAN SU
PERFIL.
Después de una investigación exhaustiva en twitter, el cual
también sufría una preocupante baja de seguidores; llegué a la conclusión de lo
que pasaba: los MALDITOS truenes amorosos.
Al parecer es muy común que después de una ruptura, el
afectado lo primero que quiere es desaparecer del planeta, razón por la cual
eliminan su Facebook. Dicen las malas lenguas que lo hacen porque no quieren
tener contacto con aquella persona que les ha hecho añicos el corazón.
Mientras más me informaba todo cobraba sentido: el que
tuviera menos amigos no era culpa mía, sino de una chica o chavo malvado que
sin compasión alguna hizo figuras de origami con los sentimientos de mi amig@ y
no se detuvo a pensar en las consecuencias virtusociales
que resultarían de tal acto de homicidio en segundo grado.
Afortunadamente, en las redes sociales la resurrección es
una posibilidad real. Después del suicidio virtual, el usuario puede regresar a
la vida y seguir su camino, continuar respirando y regando sus zanahorias. Aunque
no se salve de rendir cuentas ante toda la familia cibernética y anunciar que a
partir de ese momento su “situación amorosa” a cambiado de “tiene una relación”
a “soltero”; hecho que en términos mexicanos se traduciría como “ponerle más
sal a la herida” .
Ante esta situación, lo único que me queda por hacer es
seguir siendo el mejor amigo virtual de mis ciberamigos; oportunidad que no
podía dejar pasar. Empecé comentado la “situación amorosa” del afectado, dándole
mi pésame por la reciente muerte del amor; después, posteando una canción
llegadora de “Camila” o “Franco de Vita” y por último, “sugiriéndole” nuevos
amigos entre los cuales quizá pueda encontrar a su nueva media naranja.
¿A poco no soy el mejor amigo virtual que alguien pueda
tener?
Nos olemos luego.
#Perro Andaluz
martes, 30 de julio de 2013
Vestir #MilReal
¡Hello, bitches!
Sé que ya estaban muriendo de ganas por volverme a leer,
sorry que no tengan tanta suerte para verme. He tenido milochomil de eventos que no me dejan sentarme a escribir como es
debido. Tipo no quería escribir cualquier cosa como para darles champagne con
el dedo. Sería como regalarles una bolsa Fendi falsa o unos jeans Cuidado con
el Gato; tema que quiero tratar en esta ocasión; consejo: #2 Prefiero usar el uniforme de la escuela toda la vida que ropa pirata
por sólo un día.
Imagina tu peor pesadilla…
“Tú y tu hotcrush
están en un restaurante super nice, super
cool, super chic. Obi, tu cabello
está increíble, tu labial se ve intenso y tu piel radiante. Él, todo un
caballero, ordenó unos aperitivos deli, un
vino más caro que tu inscripción de la uni
y el plato fuerte está tan rico que ni Anahí lo vomitaría.
Todo va viento en popa, te levantas para ir a retocar tu
labial porque a la tercera copa de vino es un must checar tu maquillaje y de paso darle el gusto de ver cómo te
alejas presumiendo el escote enorme en la espalda. Entras al baño y…
¡#Horror!
¡#GossipGirlAyudame!
¡#SufroComoBarbieSecretaria!
¡#QueSeAcabeElmundoNoQuieroVivirMas!
Encuentras una… gulp…
horrible… ¡Ay, lo siento, es demasiado feo hasta para escribirlo!… juromil que me he detenido a llorar tres
veces de tan sólo pensarlo.
¡Encuentras una
mancha de 2mm en tu blusa blanca!
(porfis lean esto con
efectos de sonido dramáticos o la voz de Britney sin playback)
Ok, bitches, no se alarmen. Es sólo un caso hipotético, no
es real, es de mentis, como la relación de Justin Bieber y Selena Gómez.
¿Imaginan la
vergüenza de caminar hasta tu mesa con la mano en el pecho como si estuvieras
cantando el Himno Nacional?
¿Cómo le explicas a
tu crush que ahora vienes disfrazada de dálmata?
¿Existe algo peor que
esto en el mundo?
¡Sí!
Que esa mancha esté sobre una blusa PIRATA.
Estoy full segura
que tu crush ni siquiera se hubiera
dado cuenta de la mancha microscópica que late como el corazón delator sobre tu blusa. Pero si es un chico que sabe lo que es bueno en la vida (y obi lo sabe porque está cenando
contigo); reconocería una blusa pirata.
Si les digo esto es porque las quiero tipo AlInfinitoyMásAllá, neta, NUNCA usen
ropa pirata porque tipo… ¿qué le estás
enseñando a tus hijos?
Obi, yo no sé qué
se siente entrar en una tienda y no comprarte todo, pero ya sé que debo
entender que no todas son como yo (aunque lo intenten algunas perras); y
algunas tienen que hacer cosas inimaginables para obtener dinero, como… trabajar
y esas actividades tercermundistas, #miedomil.
Lo que en verdad importa es cómo usas ese dinero y la PEOR
forma no es comprando el nuevo disco de Christian Castro en su faceta metalero;
sino comprar ropa que no es de buena calidad, con diseños de otras marcas y que
al final del día no se verá tan bien como la original.
No saben la pena ajena que da ir en pleno mall y ver a chicas que se sienten
sacadas de la Cosmopolitan
contoneando las caderas en una blusa AeroCostal
La catástrofe de catástrofes llegó hace unos días que iba
caminando por la universidad y vi a una chica que tenía un poddle bordado en su
polo… me acerqué y le dije: “Hasta en las perras hay razas y tu blusa ni
siquiera tiene pedigree”. Me fui súper indignada porque no se vale que
falsifiquen las marcas más bonitas y topfashion
de México.
Todo mundo sabe que el perro de Cuidado con el Perro es un Rottweiler, no me
salgan con qué es una “edición especial” o “conmemoran a Topoyiyo”; como le
dije a esa chica: “tu traes una blusa pirata con un hámster bordado y hazle
como quieras… mejor ni hubieras nacido”
Me pongo muy intensa pero really, amigas, en su vida nada tiene que ser fake, sólo su ID para
ocultar la edad.
Besitos y mordiditas
#RichBitch
miércoles, 17 de julio de 2013
Invitaciones
Mientras repasaba las
mejores frases de mi serie de televisión favorita, para decidir cuál postear en
mi muro; me quedé pensando en lo raro que es el mundo de Facebook.
Cuando abres tu cuenta por primera vez, lo que más deseas es
que tu lista de amigos crezca lo más rápido posible, no vaya a ser que crean
que eres un rechazado social. A los pocos días, te encuentras que recibes
invitaciones de amigos de tus amigos; lo cual no te parece malo, te convences
que este tipo de espacios sirven para conocer gente nueva y ganar una visión
más amplia de la sociedad. Así que los aceptas.
Después de dos años de tener tu cuenta y una lista de amigos respetable,
te encuentras con más invitaciones, obviamente de personas que jamás habías
visto en la vida, chicas voluptuosas o chavos con sonrisa Colgate. Si eres novato, les das aceptar para eventualmente darte
cuenta que son perfiles falsos (debí sospechar que Jennifer Aniston no estaría
interesada en ser mi amiga), y terminas eliminándolos de tu cuenta, tu vida y
memoria interna.
Hasta ahí todo va bien. Te sientes seguro de tu experiencia
en las redes sociales; sabes a quién aceptar y a quién no, lo cual resulta en
un baja de molestas notificaciones enviadas por gente desconocida. Todo ha
acabado, ¿o no?
Tal vez nunca los sospechaste pero, ¿recuerdas a los amigos
de tus amigos que te agregaron?, ¿crees que lo hicieron por tu gran
popularidad, carisma y encanto personal? Iluso, en realidad sólo te quieren
porque necesitan más herramientas para su granja, regalos para sus mascotas o
ingredientes para sus restaurantes; sí, en pocas palabras: más invitaciones.
“Daniela te ha invitado a jugar a Ciudad Gatuna”, “Javier
necesita de tu ayuda, únete a Muñecas Mafiosas”, son algunas de las
invitaciones que ahora te llegan por el simple pecado de quererte demasiado y
pensar que eres popular. Lo peor de todo e que no puedes eliminarlos, sería una
grosería hacerle eso a la amiga, prima, vecina o compañera de trabajo de tu
amigo, primo, vecino o compañero de trabajo; ¿si vemos la enorme telaraña que
se logró tejer?
Si eres tolerante, aprendes a vivir con eso. Empiezas a
vivir en paz junto a los obsesionados con Candy Crush y su búsqueda interminable
de vidas. Ya no te molestan las llamadas de urgencia por un balde de agua para
un gato virtual. Cuando por fin lograste ignorar todas esa invitaciones
molestas, llegan las páginas de amigos que se les ocurrió hacer una en contra
de Belinda y su imitación de Frida Kahlo o el que se siente bien gracioso
reposteando chistes que todos hemos visto más de una vez. ¿En verdad necesitan
tanta atención?
Pero eso sí, ahí seguimos, entrando cada 15 minutos a
Facebook, con la esperanza de encontrar algo interesante. Al parecer no podemos
ignorar ese cuadrito rojo que nos indica que tenemos una notificación nueva,
por más que intentemos no mirar nuestra computadora o celular, ese ícono rojo
se vuelve lo único que puedes ver y terminas cediendo ante la presión y entras
a FB; aún sabiendo que el 90% de las posibilidades es que sea sólo una
invitación más a un juego donde puedes preparar tu propio sushi o una petición
para darle like a la nueva página de fans de Justin Bieber.
Nos olemos luego.
#PerroAndaluz
jueves, 11 de julio de 2013
¡Hola, bitches!
¡Hola, bitches!
Muchos se preguntarán si me molesta que me llamen BITCH, obi que no. Soy una perra, en
todo el sentido de la palabra. Pero eso sí, más perra es la vida que hace gente
feíta. Por eso es que no me molesta hablar, ladrar y morder; porque sólo así te
vuelves alguien en la vida.
Obi yo nunca me
tuve que preocupar por ser alguien en la vida, desde que nací ya tenía más
invitaciones de amigos en Facebook que reproducciones del video de Belinda en
Youtube. Ustedes no saben lo difícil que es ser bonita, rica y además,
inteligente. Es una carga con la que tengo que vivir todos los días… y en
zapatillas.
¿Por qué escribir para Cuidado con el Perro?
¡Ay! Son muchísimas razones. La primera es porque es un
nombre súper cute para una tienda de
ropa. Me encanta ver la cara de mis amigas cuando me ven un nuevo modelito de
ahí y yo les puedo decir: “Ni piensen comprarse lo mismo, perras”.
También porque soy supermegaarchimaxi
fan de Sex & the City, ¿si ubican esa serie donde salen 4 viejitas ridículas
en New York? Me hacen reir tanto y
sentir mil-oso ver cómo juran que se
ven divinas usando ropa carísima, fea y que combina perfecto con sus arrugas pre
menopáusicas. Siempre he pensado que la tal Carrie es la que necesita consejos
de cómo llevar una relación, pobrecita, andar tras un viejito feo, que todo el
dinero que tenía se lo comió todo durante las temporadas. Primer consejo,
amigas, tomen nota: #1 Nunca rogar,
prefiero morir en zapatillas que raspar mis leggins arrodillada.
Y por último, porque considero que Cuidado con el Perro es
el mejor secreto de moda en México. De verdad, no gano nada con decirlo ¿les
tengo que recordar que ellos no me pagan? Es más, yo a veces tengo que
prestarles dinero para completar la nómina. Si lo digo es porque lo creo, lo
vivo, lo siento. Me da mil orgullo ver una tienda mexicana haciendo las cosas
bien. Los colores van donde deben ir, las telas son buenísimas y los jeans quedan pegaditos; como Dios manda.
Así que aquí me tienen, dispuesta a compartir mis secretos
de belleza, ligue y amor. Sólo para ustedes, porque como yo, son de los pocos
que conocen esta hermosa marca. Esperen más de mí, porque quieran o no #ahilesvoy.
Besitos y mordiditas
#RichBitch
jueves, 4 de julio de 2013
Etiquétame
Cuando era más chavo se puso muy de moda una campaña de publicidad. En ella, se retrataban
diferentes momentos de la vida de una persona y cerraban con la frase: “Retrata
los momentos Kodak”. Seguramente muchos de ustedes recuerdan dicho slogan.
Dentro de esos momentos encontramos los clásicos cumpleaños,
graduaciones, fiestas, reuniones familiares, etc. Y muy probablemente, antes de
la época del Facebook, la única persona capaz de ponerte en ridículo mostrando tus
fotos más vergonzosas era tu madre. Pero ahora, la era de la tecnología nos
reta y en muchas ocasiones, nos pone en situaciones tan embarazosas que ni
inventando un hermano gemelo te puedes salvar.
Etiquetar a tus amigos, enemigos y ligues en las fotos, se
ha convertido en un arma de doble filo. Por una parte puede ser aquella
herramienta que te ayude a demostrar que estás siempre en las mejores fiestas,
con la mejor ropa y la mejor compañía. Por otro lado, pueden ser tu ataúd
social si en ellas apareces mal vestido, en estado inconveniente o haciendo
ridiculeces. ¿Nos le parece que es muy difícil ser joven en estos días?.
Mi primer encuentro con las dichosas etiquetas fue después
de una fiesta en la casa de mi mejor amigo, festejando su mayoría de edad. Ya
saben, casa sola y una considerable suma de dinero patrocinada por la abuela
del festejado. Todos esos factores sólo podían resultar en una fiesta
decadente, masiva, algo así como año nuevo en Nueva York mientras los Rolling
Stones tocan gratuitamente. Bueno, tal vez exagero pero a esa edad, todo lo
vemos in-cre-í-ble.
Si me preguntan hoy, les podría contar muy poco acerca de
esa fiesta, pero, afortunadamente (o tal vez no tanto) cuento con las fotos que
varios amigos etiquetaron en Facebook y subieron a Twitter. Debo admitir que
jamás pensé tuviera el coraje para bailar con el tubo de un palo de escoba,
besar a más de 3 chicas y recibir más de 6 cachetadas; después de las 2 am, aún
cuando todos ya estaban en condición zombie, dos amigos y yo tuvimos la energía
de llenar globos con agua y despertar a todos los asistentes caídos durante la
fiesta.
En general me gustan las fotos, pero una cosa muy diferente
es cuando se convierten en pequeños instrumentos malvados que sirven para
arruinarte la vida. A la mañana siguiente de aquella fiesta, mi novia que
estaba de vacaciones, tardó más en cortar conmigo que en comentar todas las
fotos en las que salía etiquetado.
Definitivamente, lo único para lo que deberían existir las
etiquetas es para presumir tu nueva ropa de Cuidado con el Perro; pero eso sí,
en situaciones que sean aptas para todo público. Lo que pasa en las fiestas, se
queda en las fiestas.
Por un mundo libre de etiquetas vergonzosas les recomiendo:
Cuando vayan a una fiesta, fíjense bien quién les toma fotos
y las postéa de inmediato a las redes sociales. Y de plano, no está de más
prevenir; asegúrense que sus álbumes de fotos son privados; sino se quedarán
como yo, el perro de las 3 tortas.
Nos olemos luego.
#PerroAndaluz
Nos olemos luego.
#PerroAndaluz
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